Cine canadiense: Los amores imaginarios
Por Lilian Soledad Pérez –
Las fantasías sentimentales suelen surgir en los escenarios más extraños y confusos. Así dos buenos amigos, una chica y su amigo gay, imaginan, idealizan y compiten por el amor de un joven que encuentran perfecto.
Monia Chokri reencarna a una mujer de 25 años que hace del cigarro un nervioso escape de sus inseguridades y desilusiones. Xavier Dolan es su íntimo confidente, el aliado de las proezas y desdichas. Mientras que Niels Schneider hace el papel de la guinda de la discordia, un jovencito guapo, arrogante, coqueto y que representa la ambigüedad sexual.
La frustración de no encontrar a una pareja estable o el afecto que cualquier persona anhela tener, está reflejado en “Los amores imaginarios”. Una cinta que no sólo transmite la desilusión y la soledad que muchos experimentan en el mundo actual, sino las complicaciones que puede provocar una amistad mal interpretada.
El director también es Xavier Dolan, un joven canadiense que escribe, dirige, actúa y hace la decoración y vestimenta de sus films si es necesario. Algunos críticos lo han tildado como el “Woody Allen de Quebec”, porque a su temprana edad ya es una celebridad en Canadá.
Y no es para menos, porque sólo a los 20 años logró el reconocimiento en Cannes 2009 con su primera película “Maté a mi madre”, una historia de un adolescente homosexual que no recibe el apoyo afectivo de su madre materialista y fatua. Luego con “Los amores imaginarios” no consiguió premios, pero sí el respeto de todos colegas, una buena evaluación y el éxito de ventas.
Lo valorable de “Los amores imaginarios” son los colores llamativos del vestuario y los escenarios simples, pero bien construidos. Con eso Dolan demuestra que no sólo puede escribir un guión, sino que tiene buenas ideas para el diseño.
La trama es algo lánguida, demasiado lenta para la típica audiencia hollywoodense. Sin embargo, la música escogida cumple un papel fundamental al momento de jugar con las emociones y sobrellevar las escenas largas. Sea como sea, con “Los amores imaginarios” uno recuerda esas películas francesas de antaño y es digna para un cineasta emergente que no tuvo el presupuesto suficiente.